
Este trabajo de los
hombres unidos para conseguir la meta deseada, fue la fuente inspiradora para
el odontólogo Enrique Febbraro. Profesor de Historia y Ética, no quiso dejar de
honrar este esfuerzo de la humanidad toda, ya que el hombre estaba construyendo
una alianza sin fronteras y comenzaría a establecer vínculos de amistad entre
todos los seres de la tierra. Para concretar su homenaje, solicitó la
colaboración de algunos amigos y personas cercanas a su pensamiento y formó un
equipo que trabajó durante un año sobre esta idea, bajo un concepto innovador:
"Mi amigo es mi maestro, mi discípulo y mi condiscípulo. Él me enseña, yo
le enseño. Ambos aprendemos y juntos vamos recorriendo el camino de la vida,
creciendo. Sólo el que te ama te ayuda a crecer".